Llovía, paraba de llover, la lluvia regresaba, pero la tormenta estaba en el escenario, toda una descarga donde truenos y relámpagos servían de trasfondo a una actuación magistral en la que el protagonista clavava sus pies en el suelo como si fuesen rayos: contundentes, precisos, demoledores, llenos de energía, imparables.

De principio a fin, desde su aparición hasta su adiós, tuve delante de mí la esencia y el espíritu del Rock, encarnados en cuatro extremidades sobrehumanas, dando lugar a una capacidad incalculable para que "Anything Goes" y "You Shock Me All Night Long" resonasen en mi cabeza durante todo el fin de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario