Soportarlo es tan difícil como disparar al inocente, como emular una pentatónica malmstiliana, como que un novato del ajedrez haga frente a Kasparov, como tratar de escalar el Everest sin la ayuda de un sherpa.
Un nudo en la garganta, una inspiración costosa, una tensión que recorre toda mi espalda, un llanto leve pero continuo, un paseo por Madrid de regreso a casa tras observar cómo se alejaba el coche plateado, con el corazón entregado a la misma persona de quien me despedí hace unos minutos para poner punto inicial a la perfección, la misma que es forjada a base de comenzar la casa por la primera baldosa y no por la primera teja, y la misma que hace requerir que la casa tenga paredes lo antes posible y tratando de comprender que cueste un poco más de tiempo si éstas van a ser firmes.
Dosis de inmadurez y de madurez al mismo tiempo, turno para ver que la persona que transporta mi órgano curado de pericarditis puso las cartas sobre la mesa o los puntos sobre las íes, turno para eso y para que mis palabras saliesen tímidas, acobardadas, sinceras como de costumbre y con un punto de reflexión, el cual desemboca en lo que hoy llevamos a cabo.
Por lo demás, un gran día que uno agradece vivir, y los motivos sólo se comprenden por medio de las deducciones, ya que la única pista se encuentra en la compañía: durante todo el día, mi corazón estuvo casi tan cerca de mí como cuando era solamente mío y residía dentro de mi cuerpo. Hoy, día lleno de momentos emotivos, quien estuvo a mi lado es quien yo quise, quien a mí me dio la gana y a quien hice entrega de eso que algunos denominan vulgarmente "la patata".
Pasan los segundos, los minutos, las horas, y aunque ya vivimos en otro día según el calendario, mi retina guarda su cara sonriendo, su cara llorando, su cara de poder encontrarse mejor, su cara de querer descansar, su cara de haber acumulado todo tipo de momentos, su cara de querer quedarse conmigo, su cara de querer irse, su cara de querer quedarse y dormir abrazada a mí, su cara de querer solucionar, su cara de ver que las cosas no son fáciles, su cara de estar conmigo, su cara de echarme de menos antes de tener que hacerlo sin mi presencia.
sábado, 25 de abril de 2009
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Es bonito compartir pero tb hay que ser capaz de ver lo bonito de añorar a alguien, es duro pero refuerza los sentimientos y sentir es vivir, siéntete vivo y disfruta de todos y cada uno de los momentos que rodea una relación ;)
ResponderEliminarCuriosa mezcla de lenguaje y sentimientos. Transmites al escribir, supongo que ya te lo han dicho. Interesante blog... al menos cuando lo escribías, claro.
ResponderEliminarCasiopea